Las bondades de la Cumbre

Es generalizado el comentario público y privado de los salmantinos sobre los parabienes de las medidas excepcionales de la Cumbre. Por ejemplo, ha tenido que llegar la Cumbre para que retiraran, uno a uno, los dólmenes –bolardos los llaman- de la calle Balmes y aledañas.

Según Salamanca de Transportes el uso del autobús urbano casi se ha doblado durante la semana de gratuidad. Con esta medida del bus gratuito, en una semana de lluvias, y el corte al tráfico del centro, apenas se ha anotado un aumento del tráfico en el resto de la ciudad. El resto sería Canalejas, paseo Carmelitas o Avenida de Mirat, porque la Cumbre en los barrios no se ha notado.

Durante esta semana la ciudad se ha podido vivir y disfrutar en plenitud. El obstáculo para ver, para moverse, que supone el coche es claro y patente, el peatón se ha sentido más libre y poseedor de un mayor espacio. Todos esos coches que se almacenan aparcados indefinidamente ya no estaban incordiando y alterando el desarrollo del día a día.

Incluso la Cumbre ha traído la apertura de la Cueva de Salamanca

En resumen, como dirían los hermanos de allá “qué buena la Cumbre”. Si se quitan los miles de policías, se deja libertad para entradas y salidas de garajes, se piensan bien las cargas y descargas y los estudiantes y profesores no pierden clase y en consecuencia los hosteleros mantienen esa joven clientela porque no se toma una semana de vacaciones, Salamanca es más bella sin coches y sin parkings que llenar.

Para Salamanca, su futuro, no es ni llenar calles ni parkings con coches, el futuro de Salamanca es alejar el coche, en movimiento o aparcado, de todo el centro comercial e histórico.

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