Salamanca, capital del ruido

Como lo dice el PGOU, alguno se lo empezará a creer, y algún otro seguirá diciendo que no, que Salamanca no es una ciudad ruidosa. No sólo en el centro de la ciudad, también en los barrios. El lugar más ruidoso, permanentemente, es la monumental calle San Pablo, el culpable el adoquinado y el tráfico injustificado que la atraviesa.

El ruido es un perjuicio para la salud de los ciudadanos, afecta gravemente a la calidad de vida puesto que la degrada.

Según el informe que acompaña al PGOU durante el día el nivel de ruido es aceptable, puesto que no supera los 65 decibelios, en la mayoría de la ciudad -es decir en aquellas calles que no sean grandes avenidas de tráfico, tiendas, …- Por ejemplo, entre la Avenida de Mirat y la Plaza Mayor se superan los niveles permitidos durante el día.

El 80% del contenido del ruido procede de los coches, de lo que se supone que sin coches no habría ruido, o que si no hubiera coches habría que inventarlos para conocer el ruido. Pero no todo son coches, motocicletas sin silenciador,… también hay música, golpes, voces y juergas. De hecho, en las zonas de copas de la noche salmantina las mediciones constatan que claramente se superan los niveles aconsejados.

En este mundo del ruido, de la proliferación del ruido, al cual no se le pone límite, para el que se favorece la circulación de vehículos y la generación de más ruido, Salamanca no es ajena. Para ser la ciudad que es, es demasiado ruidosa, y el futuro promete serlo más pues estamos de ser sensibles y considerar el ruido como lo que es, un problema.

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