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martes, noviembre 01, 2005

El Mariquelo

El primer día del mes de noviembre de 1755, sobre las 10 de la mañana, hubo un terremoto con epicentro en Lisboa.

Mientras se celebraba una misa en la Catedral Nueva sonaron las campanas sin que los monaguillos tirasen de la cuerda. El desconcierto fue un caos comprensible e inimaginable. Pero aunque el terremoto produjo 50.000 víctimas mortales, en nuestra ciudad sólo causó pequeños daños en estructuras sin contabilizarse ninguna víctima.

Al Rey se le informó de la siguiente manera: “Padecimos inopinadamente el mayor sobresalto con el espanto, pues al vehemente impulso de sus vibraciones se estremecieron todas las piedras de este edificio”.

En 1757 el arquitecto francés Nicolás Devreton emitió un informe tranquilizador sobre el estado de la torre. Aconsejaba construir un zócalo (tronco de pirámide), rodearla con seis cadenas y recolocar el reloj en el sitio en que estaba.

Desde el primer momento, el pueblo de Salamanca consideró a la Virgen de la Vega como autora del milagro. Así pues, y en acto de agradecimiento, el Mariquelo escalaba cada 31 de octubre y 1 de noviembre por la parte exterior de la cúpula de la torre “a las doce del mediodía antecedente, con el toque de toda clave de Campanas, añadiendo la del Relox, por haverse por si mismo tocado a impulsos del Terremoto” durante quince minutos.

La familia que siempre ejerció de “campanera” era denominada “de los Mariquelos”, el último fue Fabián Mesonero, en 1976. Ahora la tradición ha sido recuperada por Ángel Rufino de Haro.

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