Más mal que bien

El lavado de cara de las plazas del Corrillo y de Poeta Iglesias ha sido, es, una chapucilla de andar por casa. Típica de más ortodoxo uso del granito que nada más llegar a la alcaldía don Julián nos enseñó.
Granito hasta para que los coches rueden. En verano será un solarium por el que pocos, muchos se atreverán a pasar, el paisaje es desangelado, ni un árbol, ni una sombra, mira que podían haber puesto algo de verde con unos bancos y unos arbolitos. Nada, un único banco para las 2 plazas y las farolas parecen linternas, colgadas en las paredes, en vez de estar colocadas del suelo.
El toque fashion municipal pasa por unas luces azules colocadas en el suelo que advierten al conductor de la cercanía de un paso de peatones.
La mala previsión de la obra conlleva un sobreprecio, además, para ‘otro golpe’ queda la escultura en honor de Churriguerra, que después de lo que don Julián consintió en su Casa-Taller, pretende hacerse amigo de nuevo. Ya, ya.
En definitiva, la urbanización, una birria, mal para las comunicaciones por taxi, mal para los minusválidos, mal para los amantes de Salamanca, mal para el verano, para San Martín y para la Plaza, mal para las arcas municipales y mal para los barrios abandonados que se siguen muriendo de asco.

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