El Rollo
Al final ha quedado colocado a un lado de una glorieta por la que a diario pasan miles de coches y camiones (qué peligro si alguno vuelca), cogidas las juntas con cemento (qué daño para la vista y para el monumento), a un lado, despreciado, cuando por él mismo ya tiene suficiente presencia como para centrar y ocupar la atención. En el centro el busto a un médico cordobés pero en cuyo pedestal pone que es el comunero Maldonado, por aquello de la Avenida de los Comuneros, y al otro extremo, una fuente de cemento que no dice nada pero es capricho de la Asociación de Vecinos, hito con el que culminan sus aspiraciones.
Qué pena de Salamanca, qué pena. Qué interés por hacer las cosas ya no mal, sino de forma realmente extraña.
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