La Mariseca

Este año La Mariseca ha sido colocada por el cuerpo municipal de Bomberos, que claro, con su escalera, pues muy fácil, manifiestan que no hubo ninguna dificultad. Y menos aún si llevaban varios días haciendo pruebas. Qué profesionalidad la suya.

Como cada año, desde hace más de cuatro siglos, la negra silueta de un toro, –en algún tiempo con banderillas–, en cuyo lomo figuran los días de corrida, se coloca en lo alto del Ayuntamiento como mensajero de las ferias que han de venir. La ceremonia de «izar la Mariseca» tiene su propio ritual: toque del reloj, disparo de cohetes y suelta de globos de colores. Esta peculiar bandera no es ajena a ciertas leyendas. Cuando en 1669 la Plaza aún no existía como tal y, junto al espacio del Mercado se denominaba plaza de San Martín, cayó sobre un hombre y acabó con su vida. Años más tarde, mientras se ubicaba sobre el arco de San Fernando, en la Plaza, se precipitó sobre otro, causándole el mismo trágico final. Precisamente, la historia de su nombre data de 1806, cuando un albañil apodado «Mariseca» que trataba de instalarla, perdió el equilibrio y se cayó sobre la Plaza, quedando muerto en el acto. Sobre su significado, algunos historiadores han tratado de buscar su origen en el juego de bohordos, en el que los caballeros, usando lanzas cortas con plomo cerca del hierro, se ejercitaban en la puntería. Con motivo de las fiestas, los caballeros arrojarían sus lanzas contra una tabla instalada cerca del rollo de San Martín. En la tabla figuraban los días festivos y la lanza se dejaba allí como anuncio de las fiestas.

Aunque en su origen se limita a anunciar la próxima celebración de las corridas de toros, La Mariseca ha sido, y sigue siendo, el pregonero mayor de las fiestas salmantinas. Inicialmente, se instalaba el 25 de julio, fecha que se trasladó al 15 de agosto hace ya 45 años.

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