Catalanes
En Salamanca sin quererlo o sin que trascienda, contamos mucho con los catalanes, más allá de lo que muchos quisieran. Por ejemplo, uno de los máximos responsables del festival de las Artes de este próximo verano es catalán, y el diseñador del futuro mobiliario de las terrazas de la plaza, también.
Pero, mientras, en las conversaciones particulares (ficticia, irónica, con el tono propio de odio):
-“yo no aguanto a los catalanes”
-“yo tampoco”
-“porque son todos unos... catalanes”
-“sí, eso, son todos unos... catalanes”
-“por catalanes”
-“exacto, se comportan como catalanes”
En resumen, un odio, una envidia, un malestar, tan injustificado como radical. Es una fijación alentada desde ciertos ámbitos de influencia que llega a las mentes más sencillas y allí se instala.
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