Blog Salamanca, diario de una ciudad

"No quiero un blog, quiero tres periódicos", dijo el candidato.

lunes, abril 24, 2006

Fiesta pagana

Para el día de hoy:
  • Las charangas amenizarán de 17:00 a 20:00 La Aldehuela, Valcuevo, Zurguén y el Parque Lazarillo
  • Un millar de carteles distribuidos por toda la ciudad difunden este arraigado festejo popular que se remonta al siglo XVI
  • La Policía Local ha previsto un dispositivo especial para aminorar las retenciones en las entradas de la ciudad al regreso de la jornada festiva
  • El servicio especial de transporte público hasta el Rastro se mantendrá también durante toda la tarde desde Plaza de España a La Aldehuela
Historia

Los orígenes del Lunes de Aguas se remontan al siglo XVI. El 12 de noviembre de 1543 hace su entrada solemne en la ciudad de Salamanca un jovencísimo Felipe II, de dieciséis años de edad, en medio de una gran expectación popular. El joven príncipe va a desposarse en la ciudad del Tormes con la princesa María de Portugal. En los días sucesivos, en que tienen lugar los actos de celebración de los esponsales, Felipe II contempla con asombro el plural rostro de Salamanca.
Llegó a la ciudad el 12 de noviembre y lo que vio no convenció a su sobrio carácter católico. Durante los esponsales, que duraron siete días, se sucedieron en Salamanca todo tipo de festejos, torneos, corridas de toros. Los pícaros y las alcahuetas hacían su agosto.
Las bodas tuvieron lugar en las casas del licenciado Lugo, frente a Santo Tomé (en la actual Plaza de Los Bandos). Hasta el día 19, en que marcharon los recién casados hacia Valladolid, se sucedieron en Salamanca saraos, festejos, corridas de toros, juegos de cañas, justas y torneos entre los dos bandos tradicionales de la ciudad, juergas, bailes y otras chanzas, de manera ininterrumpida.

Felipe queda asombrado de cómo esta sobria y señorial capital de la Meseta funde en su seno el templo del saber, la luminaria del cristianismo europeo, el dogma y la palabra, y al mismo tiempo, y sin conflicto, el ocio y la diversión sin límites ni miramientos. Y es que Salamanca en aquellos años encierra en su seno a más de ocho mil estudiantes (sirva como dato esclarecedor que Madrid tenía once mil habitantes en el primer tercio de siglo XVI), entre los cuales hay becados, sopistas, señoritos de postín; y mueven a su alrededor un complejo mundo humano plagado de criados, mozos de cuadra, taberneros, prostitutas para todos los bolsillos y dones, lavanderas, amas de llaves, buhoneros y feriantes.

Pícaros, incluseros, "Lazarillos" avispados, ciegos resabiados, alcahuetas y "Celestinas" poblaban los arrabales de Salamanca, que se convierte en fuente de este tipo de géneros literarios.

Felipe II dentro de su rectitud cuasi monacal queda perplejo con tamaño espectáculo y promulga un edicto en el cual ordena que durante los días de Cuaresma y Pasión la prohibición de comer carne se haga extensible en todos los sentidos, y para evitar conductas que conlleven pecado carnal, obliga a que las mujeres "de vida alegre" sean expulsadas de la ciudad, y conducidas extramuros durante el citado periodo cuaresmal, poniendo además como condición que ninguna sea osada de acercarse a menos de una legua de los límites de la ciudad so pena de sufrir gran castigo.

Dicho y hecho, a partir de este edicto, las prostitutas de Salamanca abandonaban la ciudad antes de comenzar la Cuaresma y el tiempo de abstinencia, y desaparecían de ella de manera temporal, recogiéndose en algún lugar al otro lado de río Tormes.

Pasada la Semana Santa y con ella el periodo establecido, las rameras regresaban a Salamanca el lunes siguiente al Lunes de Pascua, para lo cual los estudiantes organizaban una grandísima fiesta, las calles de Salamanca se trocaban en torrentes de vino tinto, y salían a recibirlas a la ribera del Tormes con gran júbilo, estrépito y alboroto.

El “Padre de Mancebía” o “Padre Putas” encabezaba una comitiva de jóvenes y estudiantes que, con ramas de árboles en las manos, cruzaban el Tormes en barcas para recoger a las mujeres públicas de su destierro y devolverlas con notorio alborozo al burdel de la ciudad. Los salmantinos se congregaban en la ribera del río para merendar y contemplar tan especial retorno.
No debía ser muy honesto que estas mujeres de moral distraída cruzaran el Tormes por el único puente que había entonces, el Romano.
El “Padre Putas”, el cabezudo más popular de cuantos desfilan por Salamanca los días de fiesta, tenía que suministrar alimentos, botica, cirujano, mobiliario y cuidar de que los días de fiesta, cuaresma, témporas y vigilia “no estén las dichas mujeres ganando en la dicha mancebía, so pena de cien azotes y el dicho padre no las consienta so la dicha pena”.

Tan alta responsabilidad no podía conferirse a cualquiera. El “Padre Putas” debía contar con el beneplácito del consistorio, jurar su cargo ante el escribano e incluso, en algunos momentos, tenía que ser concejal y responder de todas las infracciones a las ordenanzas que pudieran cometerse.
A pesar de su carácter totalmente pagano y del poder fáctico de la Iglesia Católica durante siglos en España, la fiesta no llegó a ser nunca prohibida.
Ahora en el Lunes de Aguas, los salmantinos se reúnen en pandillas y abandonan la ciudad para merendar el típico hornazo y bailar en las riberas del Tormes festejando así una celebración eminentemente laica y popular. Ya no vuelven las mujeres públicas después de la Cuaresma, ni se cruza el Tormes en barca con tal motivo, ni los estudiantes portan ramas para saludar el regreso de las rameras. Sin embargo, el espíritu de esta fiesta popular se conserva plenamente.

El Hornazo

En todo lunes de Aguas no debe faltar el buen hornazo entre las muchas recetas que hay a lo largo y ancho de la provincia de Salamanca, porque no es lo mismo el de las pastelerías de la ciudad que el de Las Arribes que el de la Sierra, podríamos convenir que la masa del Hornazo está compuesta por: 3 huevos, 1 vaso de vino blanco, 1 vaso de aceite, 1 kgr de harina, 25 gr. de levadura, sal y azafrán. Para el relleno será necesario el jamón, el chorizo, el lomo adobado y huevos cocidos.
  • Para elaborar el hornazo hay que batir los huevos, añadiendo levadura y mezclando, el vino, el aceite, la sal y el azafrán. Volveremos a batir de nuevo.
  • Añadiremos, poco a poco, la harina, removiendo para que la masa no se pegue. Tras amasar hay que dejar reposar (unas dos horas) a temperatura ambiente.
  • Rodillo en mano y sobre una superficie lisa amasamos la masa para obtener dos partes las cuales introduciremos en el horno (la bandeja del horno debe estar bañada con un poco de harina –para evitar que se pegue-) y envolveremos el relleno (carnes fritas) en la masa.
  • Con un huevo batido se puede pintar la superficie del hornazo y picar la masa con un tenedor para que salga el aire al cocer. En el horno, precalentado a 200 grados, deberá estar el hornazo unos 35 minutos. Prestando atención para que no se queme y quede en su justa medida.
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