Blog Salamanca, diario de una ciudad

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lunes, enero 01, 2007

Ser árbol en Salamanca

De un tiempo a esta parte ser árbol en Salamanca es poco menos que ser algo odioso, algo sin valor, algo despreciable y objeto de las iras de los más incívicos. La lección la enseñó el Ayuntamiento de Salamanca cuando, ya en tiempos (no tan lejanos), asoló la plaza de la Fuente para urbanizarla. Posteriormente Atila pasó por la plaza del barrio Vidal, por el tramo final de la Gran Vía, por el Hospital de la santísima trinidad, por el Clínico, por la plaza de la Reina, por san Justo, por Gabriel y Galán… se practicó el arboricidio como forma de hacer ciudad.
En san Justo se ha pasado de tener unos árboles estupendos, con larga vida, a unos techados propios de granja. Todo lo demás es (casi) lo mismo. Ahora los perros no tendrán ni un geranio al que abonar.
Actualmente la gamberrada más gorda y más malicioso se practica en Gabriel y Galán (previo paso a los Bandos) y consiste en ir podando árboles, poco a poco, no todos de golpe, no vaya a ser que de mucho el cante, y cuando algunos sólo son tronco, desaparecen definitivamente, y a otra cosa o árbol… mariposa. Es lo más zafio de la política arboricida del Ayuntamiento de Salamanca, saber que haces algo que está mal, que a la gente no le gusta, que estás cambiando (para mal) la ciudad, y tú te diseñas tu estrategia para hacerlo, para ir haciéndolo como si no lo hicieras.
No sé en qué día creó Dios las plantas. Pero Julián seguro que lo sabe. Seguro que sabe que las plantas son criaturas de Dios y que a los ojos de Dios ellas son parte de la creación como los hombres.
En Salamanca cada vez que hay una obra se pierden árboles. Bien porque en lugar de adaptar las obras públicas para conservar los árboles, estos son las primeras víctimas, lo cual favorece que cada vez escasee más el arbolado maduro y de gran porte en nuestra ciudad. Bien porque aunque a la obra no la moleste ningún árbol, por el camino (calle Domínguez Berruela), de entrada, de salida, alguno cae.
Los arbolitos, de diversas especies, plantados en pleno verano en Canalejas son ahora míseros tallos. Los arbustos en muchas zonas también se han perdido.
Hay muchísimos árboles al año que se pierden, nada que decir de los de las Agustinas que van y vienen, por los gamberros de fin de semana y por los conductores que no respetan a las criaturas de la creación y al aparcar le dan un golpecito. Sin querer, fijarse o molestarse, claro. Esto ocurre en calles como Gómez Ulla donde hace años se plantaron árboles pero ninguno ha prosperado por no haberles puesto protección.
Los árboles de la calle Toro son la muestra de lo que no es un árbol. Pasan desapercibidos, no dan sombra, no crecen, no se les reconoce, no cobijan vida… no son nada. Más de 10 años plantados. Parecen de plástico.
En la plaza de los Basilios (foto), pero también en la plaza de la fuente, en el paseo del Rollo… se puede ver cómo los árboles no pueden desarrollarse por impedimento físico. Es lo más parecido a un asesinato en la horca, por ejemplo. Le rodean tanto, y tan cerca, que en pocos años el árbol ha crecido y no puede desarrollarse, eso sí, nadie intenta evitarlo. Es maravillosa la resistencia de la naturaleza ante la barbarie humana.

Por sus hechos los conoceréis, aquí con foto.
Las podas en Salamanca, de un tiempo a esta parte, son podas por decreto. No porque se den unas condiciones climáticas adecuadas, sino porque a alguien resulta que le molesta un árbol (imaginemos una clara situación excepcional) y por ello se podan los de toda una calle. La poda suele ser salvaje pues sólo queda el tronco. La poda se realiza en días en los que no hace suficiente frío y no se han caído las hojas. La poda se realiza todos los años, que es antinatural, y no se ciñe a quitar las ramas más comprometidas o aquellos “chupones” que deriven el desarrollo del árbol.
El desprecio y el maltrato que se da a los árboles cuesta mucho dinero a las arcas municipales.
Esto es un ejemplo de algo que no ocurre en Salamanca. Aquí los árboles están supeditados a semáforos, a balcones, a la estrechez de las aceras, a miles de señalizadores, y cómo no a los soportes publicitarios tan molestos que han invadido la ciudad y que no sirven más que para hacer de Salamanca una ciudad menos habitable y más un super en el que te anuncian “cosas” por todas partes.
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1 comentarios

  • ...y Anonymous Anónimo dijo…

    Completamente de acuerdo, tienes más razón que un santo.
    Tengo un par de amigos que son ingenieros forestales especializados en jardines y parques, y siempre me han comentado que Salamanca es de las peores ciudades en cuanto a la calidad y tratamiento a sus parques y arbolado urbano.

     

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